viernes, 26 de junio de 2009

PREGUNTAS DELICADAS

Los abogados nunca deberían hacer ciertas preguntas si no están preparados para lo peor. En una ocasión, en una pequeña ciudad de Estados Unidos, el fiscal llamó a una señora al estrado para tomarle declaración. La testigo era una dama de aspecto bonachón y ya de edad.
– Sra. Jones, ¿sabe usted quién soy yo?
– Por supuesto, señor Williams. Le conozco desde niño y francamente me ha decepcionado. Usted es mentiroso, engaña a su esposa y extorsiona a la gente.
El fiscal quedó aterrado, pero continúo, temblando.
– Sra. Jones, ¿conoce al abogado defensor?
– Claro que conozco al señor Bradley ¡y muy bien! Es un perezoso, un beato hipócrita sin amigos, infiel a su esposa y tiene un serio problema de alcoholismo.
El abogado defensor no sabia donde meterse. Entonces el juez pidió a los dos abogados que se acercaran a su mesa.
– Si alguno de ustedes comete la idiotez de preguntarle a esa señora si me conoce a mí, les meto a los dos en la cárcel por desacato.

1 comentario:

cocoplink dijo...

no me cuentes historias de yankis que hasta nos han ganao en el furgol