domingo, 6 de diciembre de 2009

ER ZAGALILLO 1ª parte

Bajando por esa calle
que llaman Independencia,
a las cinco de la tarde
de una tarde cualquiera,
me encontré “ar” zagalillo
que bajaba de la escuela.

¿A dónde vas zagalillo?
con esa mochila nueva,
aunque “pa” mí siempre sea
una maleta con ruedas.
¡Anda cuéntame otra historia!
de esas que tanto me van
que te enseña en el templo
tu amigote el sacristán.

“Pos” el otro día estuve
charlando con él un rato
de uno de esos asuntillos
que me traen desconcertao.
Don Fulgencio, de mi alma,
resuélvame este misterio
¿por qué será que yo quiero
tantísimo a mi maestro?
Y que sin darme yo cuenta,
se ha “ganao” hasta mi respeto.

Y sentándose con calma
a mí me invitó a sentarme
“pa” contarme otro relato
de esos que acunan las tardes:

Existen sueños pasados,
sueños que el tiempo los borra
y de la mente se escapan,
pero hay algunos sueños
que esos no pueden borrarse
no con cien gomas de “nata”.

Me recuerdo de un maestro
que tuve cuando chiquillo,
en una de esas escuelas
que ya han pasado al olvido,
de cuarente y pico alumnos,
y no cometo una falta
si las alumnas no digo,
pues en aquel tiempo no había
aun los colegios mixtos.

Y me pasó como a ti
ganó mi aprecio el maestro
aun recuerdo a Don Esteban
con su tiza y su librejo,
con su mapa carcomido,
la banqueta, los tinteros
y nuestras pizarras chicas
para escribir los misterios
y robarle a la vida
un poco de su gracejo.

Pero yo sí supe niño
por qué quise a mi maestro;
pero por qué digo quise,
resulta que aun le quiero
pues lo tengo en la memoria
aunque se marchó hace tiempo.

Cuando el curso postrimero
llegaba a su funesto;
para los que al curso entrante
fueran bachilleres nuevos;
la última lección iba,
dedicada a los alumnos
que escogieran magisterio:

Continua en la 2ª parte.

1 comentario:

Una mujer...... dijo...

Tiene usted muy pocas ganas de escribir...Después quiere seguidoresssssss..Despierttaaaa