Hoy sobre las 15 horas y 30 minutos han quedado para comerse un jamoncito, un grupo de señores.
A mí no me han invitado, supongo que será porque padezco colesterol o porque ya me he colado varias veces de gorrón en sus celebraciones; pero vamos, ésto son minucias a las que algunos les dan mucha importancia, y todo porque suelo marcharme cuando llega la hora de pagar.
Pero que sepáis que a mí no me gusta el jamón y menos el de “pata negra”, así que los disfrutéis ¡con “toas” vuestras…! amistades.
¡Lo que me importará!: Ver esas lonchas cortadas finitas con su poquito de tocino, soltando esa grasita que parece estar sudando de miedo al pensar, “la que se van a dar estos gachones a mi costa”.
¡Y donde me dejas!, ese “pan de campo” al natural o un poquito tostadito, que cuando te los metes en la boca junto a la loncha, se te saltan dos lagrimones mientras piensas: “entre la gloria y esta degustación tiene que haber poca diferencia”.
Y si eso se riega con un riojita, ¡para que te voy a contar! Menos mal que como he dicho antes, a mí estas cosas no me gustan.
Pero que sepáis que como se leer, Leo; y si no, pues me curaré en Salu. Y como no soy una persona rencorosa, cuando compre un cartucho de pipas, no os pienso dar ni una.
Y el dichoso jamoncito os lo podéis meter por… la boca para paladearlo y degustarlo como se merece.
Fdo.: Un envidioso.
2 comentarios:
ja ja ja. Invitado estas. Más vale tarde que nunca.
Salu, ¿Cómo te has dado cuenta que uno de los interceptos eras tú?
¿Tienes poderes extraordinarios como "la bruja Lola"? No me vayas a poner un par de velas negras, que yo soy una buena persona (cuando estoy dormido).
Esto empieza a asustarme; a ver si vas a ser vidente.
Aunque más que vidente, creo que ha sido e-vidente.
Saludos.
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