lunes, 9 de noviembre de 2009

POR PRECIPITARSE

El agente de policía detuvo en la carretera al conductor de un coche. Furioso, el hombre se bajó del coche arrancó su detector de radares, lo arrojó al suelo y brincó sobre él pisoteándolo y destrozándolo a conciencia.
– Esta basura me ha costado 500 euros ¡y no funciona! –gritó.
– No sé si funciona o no –respondió el policía–. Yo le he detenido porque a su coche le falta la matrícula trasera.

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