La Resurrección de Jesucristo tuvo lugar uno de los días que siguieron al equinoccio de primavera y a la luna llena. Para la fijación del día preciso de esa Pascua se convocó el año 325 el concilio de Nicea. Se acordó que la Pascua se celebraría en domingo; la “Luna pascual” sería la que se verifica a partir del equinoccio de primavera. Este equinoccio se fijó para el 21 de marzo, día en que había caído la Pascua del año del Concilio de Nicea. Hoy sabemos que dicho equinoccio se adelanta un poco cada año, pero sigue el 21 como fecha oficial. El domingo inmediato posterior a este plenilunio será el Domingo de Pascua; si ese día coincidiera en domingo, la fiesta sería el domingo siguiente.
Las fechas tope de la Pascua se explica con estas reglas: si el plenilunio de primavera cae en sábado 21 de marzo, el domingo de Pascua será el 22. pero si la luna llena de marzo es el 20, como aún no es primavera oficialmente, la luna Pascual será la de la lunación siguiente, 18 de abril; y, si este día fuese domingo, sería Pascua el domingo siguiente: 25. Los límites para la Pascua son, pues el 22 de marzo y 25 de abril.
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