– Hijos, no comáis con ansias –dijo la madre. Y en adelante Ansias comió solo.
– Soldados, disparen a ráfagas –ordenó el capitán. Y Ráfagas quedó como un colador.
– ¡A ver! ¡Entren sin prisas! –mandó el profesor: y Prisas, el pobre, tuvo que quedarse fuera.
– ¡Marineros, todos a babor! –Aquel día Babor casi murió aplastado.
– ¡Marineros, suban las velas! Y, los de la bodega del barco, se quedaron sin luz.
– ¡Pónganse todos las botas de goma! Pero Goma no tenía botas para tantos.
– ¡Muchachos, seguid avanzando! –gritó el capitán. Pero, como Vanzando no sabía el camino, pues se perdieron lamentablemente.
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