viernes, 31 de julio de 2009

PERSEO Y ANDRÓMEDA


Dos brillantes constelaciones llevan en el cielo el nombre de estos personajes mitológicos de la antigua Grecia. Perseo era hijo de Zeus y Dánae. El rey Acrisio, padre de Dánae, temeroso de que se cumpliera un oráculo, según el cual un nieto le mataría, abandonó a su hija y al bebé en el mar. Las olas llevaron la barca hasta la isla de Sérifos, donde el tirano Polidectes mandó a Perseo que le trajera la cabeza de Medusa, ser terrorífico con cabellera de serpientes y ojos que convertían en piedra a quienes los miraban. Con un casco que le hacía invisible y otras armas que le proporcionaron los dioses, Perseo consiguió cortar la cabeza de Medusa y volvió con ella.
En Etiopía vio a Andrómeda atada a una roca y a punto de ser tragada por un monstruo marino: se ofreció la liberarla a cambio de recibirla como esposa. Con la cabeza de Medusa en mano, Perseo petrificó a todos sus enemigos. Acrisio, su abuelo, había huido al país de los pelasgos, siempre temeroso de su nieto. Sin saber nada, éste fue también allí para competir en unos juegos deportivos. En el lanzamiento de disco se le escapó el suyo, que fue a dar a un espectador: era Acrisio. Así se cumplió el oráculo.

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